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29 de enero de 2012

ANALISIS DE CONTENIDOS TEÓRICOS


ANALISIS DE CONTENIDOS TEÓRICOS
Rigoberto Lanz,  cuando se refiere  a  la  universidad  cercada,   insiste en que  la exclusividad de las certificaciones de saberes llega a su fin. La universidad  como el único lugar donde se obtienen diplomas ya no aguanta más, ya no hay correspondencia  entre profesionales y empleo, entre  transferencias tradicionales de conocimientos y trabajo.
Hay una manera de minimizar la gravedad de la crisis universitaria sacando unas cuentas que tranquilizan la mala conciencia: tantos  profesionales graduados,  tantos  postgrados y cosas parecidas, donde muchos colegas demuestran que no todo está perdido, que hay cosas positivas que se hace esfuerzos honestos para que las cosas mejoren y no se puede partir de cero, nunca ha sido un buen punto de arranque cuando que remos pensar en estrategias de transformación.   
En cuanto a la mundialización del conocimiento esta inscrito en este marco de conflictos y contradicciones. Con esa expresión se suelen nombrar fenómenos aparentemente neutros y universales pero que en verdad andan en sentidos diferentes. Las compuertas se abrieron  y   ya es incontenible el torrente de experiencias que provienen de todos los confines. Los saberes alternativos, las concepciones epistemológicas posmodernas, las ondas de la “nueva ciencia” y muchos otros esfuerzos de renovación al interior mismo de los cascarones de la “ciencia normal” hablan por sí solos de este dinamismo intelectual que ya no puede ser represado en los límites instituidos de una manera de conocer, entre otras.
Los conocimientos “verdaderos” son aquellos santificados por los aparatos científicos. Por tanto, la enseñanza de esos conocimientos y el reconocimiento social de esos aprendizajes forman parte de la misma lógica, del mismo entramado de sentido, por la protección d la diversidad cultural (esta última casi ganada en el seno de la UNESCO. Lo que estamos planteando es justamente una lucha hegemónica que asume abiertamente un talante de mundialización solidaria al defender con toda energía la autonomía de la esfera cultural frente al mercado. Se trata de rechazar enérgicamente toda tentativa de reducir a mercancía los patrimonios culturales, los acerbos de conocimientos. Que hayan industrias culturales y mercados del conocimiento son realidades que han de ser manejadas con políticas públicas precisas. No para impedirlas, sino para direccionarlas por encima de las lógicas mercantiles. Se requiere en este punto una claridad meridiana para atinar con políticas públicas bien diseñadas, con plataformas políticas bien consensuadas y sistemas de alianzas internacionales bien tejidas.
Frente a las leyes de la gravedad, resulta algo ridículo oponerse. Pero la candidez de la ciencia universal, la ideología de la cultura global y los conocimientos internacionalizados son siempre cómplices de las patrañas del poder. De allí no se sigue tan rápidamente algo así como una ciencia nacional o una suerte de epistemología. Una vez más hay que saltarse estas falsas dicotomías (por simplistas y maniqueas). No estamos escogiendo entre aldeanismo o cosmopolitismo. Estamos optando sí por un autentico diálogo de saberes, por un encuentro de civilizaciones. Por una mundialización solidaria en la que la cultura y el conocimiento puedan ser las formidables plataformas de construcción de una comunidad de hombres libres (como lo soñaba el viejo Marx).

EL FIN DE LA MODERNIDAD
      Para Vattimo Gianni  El Fin de la Modernidad es una interpretación histórica de la verdad;  en este sentido, se hace necesario relacionar la hermenéutica con la modernidad. El nihilismo, la critica a la modernidad y a la metafísica clásica, pasando por la concepción de verdad y de la historia, propone asumir el nihilismo como condición esencial de la filosofía hermenéutica. La vocación nihilista de la hermenéutica es un llamado a pensar la Verwindung, una torsión nihilista de la metafísica. La llamada ontología del declinar, tras la explicación de los términos, deviene una interpretación del ser en el mundo; el nihilismo consiste en una oportunidad para pensar dicho experimentar. El experimentar del nihilismo no es fundamental, sino des-fundamentación.
La modernidad comienza a gestarse junto con la era de los grandes descubrimientos, entre ellos el de América, que cambian la percepción que el hombre tiene del mundo, confirmando lo que los sabios de la época venían pregonando. Es la era del  Iluminismo,  por  el intenso y rápido progreso de las ciencias de la naturaleza, en donde Bacón y Galileo destacan como métodos de investigación a la experimentación y el cálculo matemático.
La receta que conlleva la modernidad ha dado resultados en algunas sociedades y han destruido otras. Ha alcanzado enormes progresos en algunos países y a otros los ha dejado abandonados. Ha producido islas de desarrollo en este inmenso planeta dejando bolsones de pobreza, exclusión, explotación ambiental y subdesarrollo. Es decir, la modernidad ha traído bienestar, pero solo para algunos adelantados e iluminados.
De esta manera surgen críticas a la modernidad. Algunos critican a la modernidad en aquello que le faltó llevar a cabo como proyecto moderno, la modernidad en cuanto no acabó su proyecto, propone una desesperanzada resignación pero sin abandonar su confianza, en la razón entendida al modo moderno.
La modernidad y la postmodernidad son conceptos en general bien parecidos. Existen elementos centrales bien comunes. Lo que no hizo bien la modernidad la postmodernidad quiere remediarlo. La postmodernidad le agrega a la democracia, a la libertad,  a la razón, al individualismo y al progreso y al progreso un componente nuevo y tremendamente diferenciador: el relativismo cultural.
Para los postmodernos, la naturaleza y el hombre por su técnica han concluido en la alineación y dependencia del hombre en sus propios productos. Los postmodernos pueden interpretar cualquier cosa a su manera; todo es interpretación, todo se vale es decir, en la realidad no habría realidad ó dicho de manera más culta, no hay ya sintaxis y no hay ya semántica. Todo es pura pragmática.
Ha  la  modernidad hay muchas sociedades que la buscan así como el desarrollo, el progreso, la democracia, conceptos íntegramente modernos. En este sentido la postmodernidad no es una antítesis de la modernidad.  Sino el rebosamiento de lo moderno, no su superación, es decir, lo posmoderno no es lo contrario de lo moderno, es la culminación de la modernidad donde ésta, a través de su propio impulso se niega a sí misma.
Ellos definen las metas a alcanzar sin que existan buenas o malas culturas. “a cada uno lo suyo” dice un viejo concepto de justicia que es aplicable íntegramente a la diversidad propugnada por los postmodernos. El tiempo de hoy lo vivimos en la encrucijada de lo moderno y lo postmoderno.
 Podemos deducir que la sociedad postmoderna que Lyotard nos pinta no se aleja demasiado de la realidad, y tal vez por eso mismo es poco halagüeño. No puedo ocultar, por otro lado, que las actitudes que propone ante el avance a toda máquina de la homogenización por el mero poder, me resultan poco consoladoras. No quisiera caer en lo que él probablemente llamaría nostalgia, pero pienso que la pérdida de sentido, de objetivos trascendentales no es casual, sino intencionada, humana en parte y, por ello mismo, reversible.
Y cuando digo transcendencia no me refiero a trascender el mundo sensible, sino a algo mucho menos ambicioso: la referencia del individuo a entidades que no sean él mismo, a entidades colectivas. Y es que, realmente, he de decir que no veo los pequeños relatos por ninguna parte, no veo esas colectividades con su propio juego de lenguaje que tanto invoca Lyotard como garantes de la justicia. No veo más que individuos abandonados ante el poder del sistema sin ninguna entidad mediadora (salvo honrosas excepciones) entre ambos que permita la crítica, la resistencia y, consiguiente, el disenso.


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