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21 de abril de 2012

TRANSDISCIPLINARIEDAD, EDUCACIÓN SUPERIOR Y DE POSTGRADO.

TRANSDISCIPLINARIEDAD, EDUCACIÓN SUPERIOR Y DE POSTGRADO. En relación a esta temática, Victor Morles señala que la educación superior en la Venezuela del siglo XXI está sometida a grandes desafíos para adecuarse a una realidad distinta a la que tradicionalmente se venía desarrollando en las Instituciones de Educación Superior, ello hace que se enfrenten a los retos de adecuar y actualizar el currículo, lo que a su vez implica una adecuación de los contenidos curriculares, definir el enfoque, reelaborar los perfiles profesionales para que den respuesta a las demandas del sector socio productivo y de la sociedad, con el propósito de formar al talento humano que contribuya a resolver los problemas socio-comunitarios. El autor en su trabajo da una mirada a la situación de la educación superior venezolana, la cual tradicionalmente ha estado dominada por el paradigma de la simplificación; este paradigma reduccionista con una visión mutilante y unidimensional trae consecuencias negativas porque conduce a una hipersimplificación y a acciones fraccionadas. Es innegable que el sistema educativo, la escuela, la universidad misma han sido concebidos para que funcionen y se desarrollen en la simplificación, evitando la complejidad, la diversidad, la heterogeneidad, lo que hace más difícil introducir cambios, innovar. Contrario e ello, Morín (2003), propone el paradigma de la complejidad, que junto con la multidisciplinariedad y la transdisciplinariedad contribuyen a superar la parcelación y fragmentación del conocimiento. Se desarrollan además dos aspectos de suma importancia que deben ser considerados en el proceso de modernización curricular en las Instituciones de Educación Superior, como son la formación basada en competencias y el perfil profesional desde este enfoque para la educación. En tal sentido, el enfoque de competencias en la educación o una educación basada en competencias, no se reduce a orientar la educación a lo laboral en detrimento de formación disciplinar, sino que por el contrario, potencia esta formación y por ello se habla de competencias científicas, de tal manera que posibiliten en los estudiantes abordar y solucionar problemas nuevos con creatividad. En este orden de ideas, se hace referencia a la situación de la Educación Superior en Venezuela destacándose que el premio Nóbel Ilya Prigogine afirmó que “estamos en un momento apasionante de la historia, tal vez en un punto decisivo de giro”, que Capra llama “el punto crucial” y que se caracteriza por el surgimiento de una nueva visión de la ciencia que se resiste a encajar en el esquema newtoniano, exclusivamente mecanicista. Así pues, esto es reafirmado por Gutierrez (2007), al expresar que de alguna manera hemos pasado de un “paradigma de relojería” en donde todo estaba mecánicamente predeterminado, fijo y lineal, a uno mucho más abierto, flexible, holístico y ecológico que exige de todos una transformación profunda de nuestros pensamientos, de nuestras percepciones y de nuestros valores. Este pensamiento del paradigma emergente lleva consigo un cambio de mentalidad y consiguientemente una profunda modificación de la mayoría de las relaciones sociales, así como de las formas de organización. Sin duda, el sistema educativo, la escuela, la universidad misma han sido concebidos para que funcionen y se desarrollen en la simplificación, evitando la complejidad, la diversidad, la heterogeneidad, lo que hace más difícil introducir cambios, innovar, porque de acuerdo a lo planteado por Couto y Vásquez (2008), “la creatividad y la innovación corresponden al campo del poder ser, y, en ellos esa repetición constante, corresponde al campo del deber ser”. Por lo tanto, los nuevos escenarios mundiales donde se configuran las acciones educativas, productivas y culturales de una sociedad globalizada, están en razón de las tecnologías de la información y la comunicación con miras a difundir el conocimiento construido, de tal manera que se le plantean nuevos desafíos a la Educación Superior y a sus instituciones, por tanto se hace necesario repensar las complejas relaciones existentes entre educación, estado y sociedad. Estos desafíos implican la creación de sinergias humanas, organizacionales y culturales lo que hace posible el encuentro de la universidad con la sociedad productiva y sus problemáticas más variantes. Ante tales desafíos, es imperativo que la universidad venezolana y sus actores sociales redefinan desde la organización los modos de abordar las problemáticas del contexto, de construir el conocimiento y de hacer ciencia, todo ello en sincronía con las exigencias del mundo posmoderno, el cual está signado por la coexistencia de realidades complejas, la incertidumbre, las contradicciones, y las fuerzas que lo gobiernan. En Venezuela se viene desarrollando un proceso de transformación en lo político, social, educativo, económico y cultural. El Estado venezolano, por intermedio del Gobierno Bolivariano de Venezuela, ha venido consolidando el establecimiento de un sistema económico socialista, tecnológico y científico, con miras a fortalecer la soberanía y el desarrollo de las fuerzas productivas en el país. Esta acción estratégica del Estado requiere el apoyo de cuadros profesionales capaces de diseñar y de administrar nuevas formas de producción y nuevas formas de propiedad de los medios de producción, al servicio de la satisfacción de las necesidades fundamentales de la población, y con capacidad para generar y conducir estas nuevas organizaciones con conciencia ética, ecológica y orientadas hacia el desarrollo sustentable. Un aspecto importante a destacar, es el perfil profesional lo que constituye uno de los aspectos centrales en el proceso de desarrollo curricular, toda vez que se traduce en el punto de partida y el patrón de evaluación del mismo, en este sentido, debe estar contextualizado con el modelo socio político, económico y cultural donde el profesional vaya a desenvolverse, así como los problemas sociales a los cuales deba dar respuesta. Bajo este enfoque, el perfil profesional determina las competencias que requiere el futuro profesional para resolver de manera adecuada y oportuna los problemas y necesidades del entorno; de allí la gran responsabilidad y compromiso que tienen las universidades con la sociedad, el de formar de manera integral el talento humano que contribuya a satisfacer las múltiples necesidades de la sociedad. En tal sentido, el perfil profesional está conformado por conocimientos, habilidades y actitudes, de allí que desde este enfoque para la elaboración del perfil profesional se hace necesario establecer tanto las competencias genéricas o básicas como las específicas, el objeto de desempeño, el campo de acción y el ámbito de actuación del futuro profesional, toda vez que estos se constituyen en aspectos que identifican el perfil del egresado, al tiempo que contribuye al establecimiento de sus capacidades y actitudes laborales para abordar con éxito situaciones diversas. Es de hacer notar, que el perfil profesional recoge aquellas actitudes personales y competencias de actuación profesional que garanticen el cumplimiento profesional efectivo, por lo que los objetivos de formación deberás estar en correspondencia con las políticas educativas del Estado venezolano, los planes de desarrollo local regional y nacional, la misión y visión de la institución y las demandas del sector socio productivo. En correspondencia con los planteamientos anteriores, Ferrer (2006), considera que en la actualidad las demandas educativas inciden en la importancia de contemplar no sólo las capacidades de tipo cognitivo, sino además de estas otras, como las capacidades motrices, las capacidades de equilibrio y autonomía personal, la relación interpersonal y de inserción y actuación social. En consecuencia, de acuerdo a lo planteado, el autor refiere que se trata de un cambio en el proceso de aprendizaje, el cual básicamente es cualitativo, si antes era suficiente aprender determinados conocimientos técnicos y cierta habilidades para que los individuos se incorporen a un empleo, ahora es preciso desarrollar toda una gama de competencias que anteriormente no eran consideradas como importantes, tales como la iniciativa, creatividad, capacidad de emprender, cooperación y asertividad, entre otras. Estas competencias, han de ir acompañadas de nuevas técnicas requeridas que son relativamente menos específicas que en el pasado, tales como idioma, informática, razonamiento lógico, capacidad de análisis e interpretación, entre otras. Se devela entonces un aspecto considerado como fundamental para Sánchez (1999), y es que las características y competencias que se establecen en el perfil académico-profesional deben ser referentes permanentes durante todo el proceso de diseño, ejecución, control y evaluación curricular; esto significa que es necesario orientar la adquisición de los valores, competencias, habilidades a través de un proceso que conjugue la sistematicidad, flexibilidad y pertinencia. Evidentemente, las Instituciones de Educación Superior en Venezuela tienen un gran compromiso con la sociedad, el cual consiste en brindar una educación de calidad, que responda a las demandas que de ella hace la sociedad. El enfoque de competencias en la educación o una formación basada en competencias, no se reduce a orientar la educación a lo laboral en detrimento de la formación disciplinar; sino que por el contrario, potencia esta formación y por ello se habla de competencias científicas de tal manera que posibiliten en los estudiantes abordar y resolver problemas nuevos con creatividad. Finalmente, se destaca que el enfoque de formación basado en competencias considera que la dimensión afectivo-motivacional es fundamental para realizar cualquier actividad con idoneidad, de allí que una definición compleja de las competencias contiene no sólo la dimensión cognoscitiva y la dimensión del hacer, sino también la dimensión del ser en el proceso de desempeño.

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